Bueno, había dejado la historia cuando empezaba a tratar con
el encargado del servicio postventa. Se le ve con tablas en este tipo de
situaciones y su experiencia le dice que las posibilidades de que mis
reclamaciones prosperen son escasas. ¿Cuántos clientes descontentos habrán
pasado por ese mostrador y cuántos de ellos habrán conseguido realmente algo
simplemente rellenando una hoja de reclamaciones? Está claro que si en el
servicio postventa se mantienen firmes en su postura y no aceptan el cambio,
las posibilidades que tenemos de recuperar nuestro dinero son pocas, ya que
gran parte de nosotros no tendríamos la perseverancia necesaria para seguir con
las reclamaciones hasta el final. Además, si algún cliente tuviese la paciencia
y la determinación suficientes como para continuar el proceso de reclamación o
incluso llegase a demandarles judicialmente, la empresa siempre podría
rectificar y devolverle el dinero antes de que la sangre llegase al río, eso
sí, meses o años más tarde, y sin ningún tipo de perjuicio para ellos. No está
mal pensado ¿no?... es el gran negocio de las compañías de ADSL y móviles... y
también de Media Markt por lo visto.
Sin embargo, mi conversación con el encargado es tan fructífera como con
el empleado, soy incapaz de sacarlo de su discurso. Sólo se pone un poco
nervioso cuando comienza a acumularse un poco de gente en la cola del servicio
postventa, momento en el cual amenaza con dejar de atenderme para que se
termine el espectáculo. La situación se va tornando ridícula y surrealista por
momentos, hasta tal punto que el encargado llega a decirme que se podría
investigar si el desperfecto se produjo en Media Markt mediante las grabaciones
de las cámaras de seguridad. Pretende que me crea que simplemente mediante
dichas grabaciones, Media Markt es capaz de seguir la trayectoria y el estado
de forma individual y en cada momento de todos los productos que almacena y
vende. Tal posibilidad me parece ridícula y así se lo hago saber, le digo
claramente: “pero tú me estás tomando por tonto ¿no?”, sin embargo lejos
de recular, sin ningún tipo de pudor se reafirma en su versión.
Ante tal desfachatez, poco más me queda por hacer allí.
Humillado, recojo el portátil que aún está sobre el mostrador. Los dos
empleados que me han atendido observan en silencio como vuelvo a meterlo en la
caja. Les miro a la cara y entonces me doy cuenta de que ambos tienen la vista
clavada sobre mostrador. No se atreven a mirarme a los ojos... son
perfectamente conscientes de su abuso. Qué más se puede decir de una
compañía y de un trabajo en el que para prosperar tienes que joder a tus
clientes.
PD: Ya lo puse en la primera entrada, pero para que quede claro, esto me pasó en el Media Markt de Plenilunio de Madrid.
